jueves, 18 de marzo de 2010

Silencio, por favor




SILENCIO, POR FAVOR
Por favor,
guarden silencio.
¡Silencio, por favor!
¿A mí? ¿A mí?
¿A mí guardar silencio
si lo importante soy yo?
Por eso llevo el móvil
hasta en el baño
por eso grito
desde hace años
y estoy a "esto" de mandaros
a freír espárragos
a vosotros,
a la hipoteca y al banco.
A mí nadie me dice
dónde me tengo que poner
qué tengo que hacer.
Yo siempre tengo la última
palabra,
el último bocado,
el último empujón.
Siempre voy a la última
no me falta una coliflor,
enseño la comida en mi boca
para que vean cómo se santifica
lo que mi saliva toca.
Les hablo a los viejos como niños,
a los niños como idiotas.
No tengo nada qué decir,
por eso hablo a todas horas.
No me entienden ni una frase,
por eso las vocifero
y el vacío lo lleno entero.
"Sólo sé que no sé nada",
dijo un tonto y todos le aplaudieron.
Yo sí que sé,
y si el filósofo no sabe nada,
yo se lo diré:
Sí señor,
soy un español que sabe
cómo se fragua el hormigón,
cómo se monta el pladur,
cómo se reforma la Constitución,
cómo se acaba con el botellón,
por qué no funciona el 5-3-2.
¿El País Vasco?
En dos patás lo arreglo yo
y reformo lo agrario,
y endeudo lo histérico,
y dejo el país hecho un asco.
Si cuando hablo sube el pan,
baja la luz, el agua y el gas.
Que cuando grazno siento cátedra
y me siento como en misa
repicando y protestando,
y al pan, pan
y al vino tinto,
al gallo joven
y la gallina espesa,
y el chocolate moro
¡y el oro...
el de Moscú!
Si es que falta educación
y sobra devoción,
yo me he dado cuenta,
por eso lo comparto:
lo importante… ¡soy yo!
Así que por favor,
un poco de silencio.

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